viernes, 12 de diciembre de 2008

hortaleza, 8

y como era previsible, llegó finalmente el momento de encontrarnos.
allí estaba él. caminando a paso lento, con esos vaqueros ajustados que tanto me gustan y una camiseta negra con cuello de pico.
distraído y ensimismado contaba cada pisada desde su casa hasta el trabajo, ignorando el frío que caracteriza las calles del centro de la ciudad a las nueve de la mañana.
en la otra acera, con el sol de frente, estaba yo. despeinado, soportando un fuerte dolor de cabeza y pensando en la noche anterior: de lujo, vamos. contaban sólo 30 minutos de haberme levantado de la cama -esta vez, diferente a la mía- y lo que menos tenía yo era un aspecto decente, cuanto menos, presentable.

seguimos caminando y nuestras miradas se encontraron desnudando nuestros cuerpos , fue un momento tenso, de esos en los que no sabes realmente qué hacer ni qué decir, pero como bien aprendí hace un tiempo dejé que fuera el silencio el que hablara.

hizo mutis.

fue lo mejor.

3 comentarios:

Alejandro Marcos Ortega dijo...

Lo más interesante, el de donde venías, eso también es mutis...

edu_art dijo...

jaja todo es ficción...

imaginarías unos gigantes en vez de molinos?

Cemanaca dijo...

Relato erótico-festivo-tierno-y-emocionante.

Saludos conversos.